II Part. Sistema Nervioso

 Órganos sensoriales.


     El oído es el órgano sensorial responsable de la audición y del mantenimiento del equilibrio mediante la detección de la posición corporal y del movimiento de la cabeza. Se compone de tres partes: oído externo, medio e interno; el oído externo se sitúa fuera del cráneo, mientras que las otras dos partes se hallan dentro del hueso temporal.

     Las células sensoriales se localizan en las ampollas de los canales semicirculares y en las máculas del utrículo y del sáculo y son estimuladas por la presión transmitida a través de la endolinfa a consecuencia de los movimientos de la cabeza y del cuerpo. Estas células conectan con las células bipolares dotadas de unas prolongaciones periféricas que forman dos tractos. Estos dos tractos pasan por el conducto auditivo interno y se unen para formar el nervio vestibular, que se prolonga hasta los núcleos vestibulares del tronco encefálico. Las fibras de los núcleos vestibulares, a su vez, se extienden hasta los centros cerebelosos que controlan los movimientos oculares y hasta la médula espinal.

     Cuando el ojo se expone a una sucesión de estímulos cortos, primero percibe el parpadeo y después, al aumentar la frecuencia, se tiene la impresión de luminosidad estable: esta es la frecuencia de fusión crítica. Si la luz estimuladora fluctúa de forma sinusoidal, el sujeto puede experimentar una fusión en todas las frecuencias inferiores a la frecuencia crítica, siempre que esté reducido el nivel de modulación de esta luz.

     Las células receptoras del gusto se reparten por toda la cavidad oral, la faringe, la laringe y el esófago; son células epiteliales modificadas localizadas en las yemas gustativas. Sobre la lengua, las yemas se agrupan en estructuras superficiales denominadas papilas; en el epitelio se encuentran también yemas gustativas extralinguales.

     Los receptores olfativos primarios se localizan en áreas de tejido, denominadas neuroepitelio olfatorio, situadas en la porción más superior de las fosas nasales. Una porción de una célula receptora olfatoria se envía a la superficie del epitelio nasal y el otro extremo se conecta directamente a través de un axón largo a uno de los dos bulbos olfatorios del cerebro. Desde aquí, la información se transmite hasta numerosas áreas cerebrales. Las sustancias olorosas son compuestos químicos volátiles que deben contactar con el receptor olfatorio para que se produzca la percepción del olor.

Receptores cutáneos

     La sensibilidad cutánea comparte los elementos principales de todos los sentidos básicos. Los receptores sensoriales, que son las terminaciones de unas células nerviosas especializadas, captan las propiedades del mundo exterior, como el color, el sonido o la vibración, y convierten estos datos en impulsos nerviosos. Estas señales se transmiten entonces al sistema nervioso central, donde se convierten en la base para interpretar el mundo que nos rodea. Es útil reconocer tres aspectos esenciales de estos procesos. Primero, la energía y los cambios del nivel de energía sólo pueden percibirse por medio de un órgano sensorial capaz de detectar el tipo específico de energía en cuestión. En segundo lugar, nuestras percepciones son necesariamente sombras imperfectas de la realidad, porque nuestro sistema nervioso central se limita a reconstruir una imagen incompleta de las señales que transmiten sus receptores sensoriales. Tercero, nuestros sistemas sensoriales nos aportan una información más exacta sobre los cambios en nuestro entorno que sobre las condiciones estáticas. Estamos bien dotados con receptores sensoriales para las luces parpadeantes, o para las pequeñas fluctuaciones de temperatura que provoca una brisa ligera; sin embargo, nuestra capacidad sensorial es menor para recibir información sobre una temperatura o una presión constantes sobre la piel.

     Las sensaciones distintas de dolor, calor, frío, presión y vibración se producen, por tanto, por la actividad sobre distintas clases de receptores sensoriales y sus fibras nerviosas correspondientes. Los términos “aleteo” y “vibración”, por ejemplo, se utilizan para distinguir dos sensaciones vibratorias ligeramente distintas codificadas por dos clases diferentes de receptores sensibles a la vibración. Las tres categorías importantes de sensación dolorosa conocidas como dolor punzante, quemante y sordo se han asociado con clases distintas de fibras aferentes nociceptivas. Sin embargo, esto no quiere decir que una sensación específica se relacione necesariamente sólo con una clase de receptor; a una sensación determinada puede contribuir más de una clase de receptores y, de hecho, las sensaciones pueden variar dependiendo de la contribución relativa de las diferentes clases de receptores.

Receptores capilares

     Un pelo típico está cubierto por una red de terminaciones nerviosas ramificadas a partir de cinco a nueve axones mielinizados. En los primates, estas terminales se clasifican en tres categorías: terminaciones lanceoladas, fusiformes y papilares. Los tres tipos son de adaptación rápida, de forma que la inclinación mantenida del pelo sólo causa impulsos nerviosos cuando se produce el movimiento. Por tanto, estos receptores son muy sensibles a los estímulos de movimiento o vibratorios, pero ofrecen escasa o nula información sobre la presión o el tacto constantes. Las terminaciones lanceoladas salen de una fibra muy mielinizada que forma una red alrededor del pelo. Las neuritas terminales pierden su cobertura habitual de células de Schwann y se abren camino entre las células de la base del pelo. Los axones rodeados de células de Schwann forman terminales fusiformes. Estas ascienden hasta el tallo del pelo inclinado y terminan en un grupo semicircular justo debajo de un glándula sebácea o productora de grasa. Las terminaciones papilares se diferencian de los terminales fusiformes porque en vez de terminar sobre el tallo del pelo, acaban como terminaciones nerviosas libres alrededor del orificio del pelo. Es probable que existan diferencias funcionales entre los tipos de receptores capilares. Esto se explica en parte por las diferencias estructurales en relación con la forma en que los nervios terminan sobre el tallo del pelo y, en parte, por las diferencias en el diámetro de los axones, ya que los axones de diámetros diferentes conectan con estaciones centrales diferentes. Con todo, las funciones de los receptores en la piel con vello continúan siendo objeto de estudio.

La valoración nos permite establecer los objetivos de fisioterapia según los problemas de salud encontrados. Los objetivos han de ser perseguidos desde el planteamiento de una hipótesis de tratamiento de fisioterapia. Dicha hipótesis ha de ser confirmada con la realización del tratamiento y la consecución de niveles de objetivos: objetivos a nivel de estructura corporal, de función corporal, de actividades y de participación.

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